Pues Dios sabe que el dí­a que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.

Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.

Estas son las generaciones de Noé. Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios.

Y la tierra se habí­a corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.

Y Abram dijo: Oh Señor DIOS, ¿qué me darás, puesto que yo estoy sin hijos, y el heredero de mi casa es Eliezer de Damasco?

Y él le dijo: Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo saber que la poseeré?

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán como posesión perpetua; y yo seré su Dios.

Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas; y tuvieron hijos.

Y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.

Dios te dé, pues, del rocí­o del cielo, y de la grosura de la tierra, y abundancia de grano y de mosto.

Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo.

y vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi Dios.

Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel, y dijo: ¿Estoy yo en lugar de Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre?

No obstante vuestro padre me ha engañado, y ha cambiado mi salario diez veces; Dios, sin embargo, no le ha permitido perjudicarme.

Mas Jacob respondió: No, te ruego que si ahora he hallado gracia ante tus ojos, tomes el presente de mi mano, porque veo tu rostro como uno ve el rostro de Dios, y favorablemente me has recibido.

Entonces Dios dijo a Jacob: Levántate, sube a Betel y habita allí­; y haz allí­ un altar a Dios, que se te apareció cuando huí­as de tu hermano Esaú.

y levantémonos, y subamos a Betel; y allí­ haré un altar a Dios, quien me respondió en el dí­a de mi angustia, y que ha estado conmigo en el camino por donde he andado.

Y en cuanto a la repetición del sueño a Faraón dos veces, quiere decir que el asunto está determinado por Dios, y Dios lo hará pronto.

Y El dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas descender a Egipto, porque allí­ te haré una gran nación.

Pero las parteras temí­an a Dios, y no hicieron como el rey de Egipto les habí­a mandado, sino que dejaron con vida a los niños.

Y sucedió que por haber las parteras temido a Dios, El prosperó sus familias.

Y aconteció que pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto. Y los hijos de Israel gemí­an a causa de la servidumbre, y clamaron; y su clamor, a causa de su servidumbre, subió a Dios.

Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios.

Y añadió: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tení­a temor de mirar a Dios.

Y ellos escucharán tu voz; y tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto, y le diréis: "El SEÑOR, el Dios de los hebreos, nos ha salido al encuentro. Ahora pues, permite que vayamos tres dí­as de camino al desierto para ofrecer sacrificios al SEÑOR nuestro Dios."